10+ Formas en que nuestros cuerpos podrían cambiar en 100 años
En promedio, las aguas de la Tierra aumentan 3,5 mm cada año y, a veces, tengo ganas de, ya sabes, conseguir unos flotadores. Así que no podemos evitar preguntarnos, ¿y si terminamos viviendo bajo el agua? Ahora tenemos evidencia de que los humanos podrían adaptarse a eso. Los bajau, un grupo de personas que viven en el sudeste asiático, han evolucionado para tener bazos agrandados. Y el bazo es el órgano que almacena glóbulos rojos ricos en oxígeno. Cuando estas células se liberan en el torrente sanguíneo, permiten a los buceadores contener la respiración bajo el agua durante períodos de tiempo más prolongados. ¡Esto hace que la gente bajau pueda bucear libremente a profundidades de hasta 780 m!
Para vivir bajo el agua, nuestros cuerpos tendrían que hacerse más grandes para que pudiéramos limitar la pérdida de calor. Cuanto más grandes son los animales, más calor producen. También necesitaríamos que nos crecieran los dedos de las manos y de los pies para navegar en las profundidades del mar. Eventualmente, no necesitaríamos tener dos piernas, y se fusionarían. Nuestros ojos también podrían agrandarse para tener una mejor visión. Ahora que lo pienso, ¡terminaríamos pareciéndonos a las sirenas! Los científicos incluso han investigado la posibilidad de que las personas puedan volar. Las criaturas voladoras tienen el tamaño corporal y el metabolismo adecuado para ello. Necesitaríamos tener la capacidad de usar “combustible”, como los alimentos y el agua que consumimos, para producir suficiente energía para levantarnos del suelo. Las aves, por ejemplo, tienen un metabolismo muy alto. Todos los procesos en sus cuerpos van mucho más rápido. ¡El corazón de un colibrí puede latir hasta 1200 veces por minuto! El corazón de un atleta humano solo puede alcanzar los 220 latidos por minuto.
Entonces, el vuelo parece casi imposible. No hay presión selectiva sobre nuestra especie para que le crezcan alas y aprenda a volar. Además, para hacerlo, tendríamos que ser más pequeños, tener huesos menos densos y perder la mayor parte de nuestra masa muscular. También tendríamos que renunciar a nuestros dientes para volvernos lo suficientemente livianos. ¡No voy a renunciar a mis dientes! Si nuestros brazos se convirtieran en alas, no podríamos hacer las cosas para las que necesitamos nuestras manos. Simplemente nos convertiríamos en versiones más torpes de nosotros mismos. (En realidad, yo ya casi estoy ahí). Y para desarrollar alas, nuestro esqueleto y estructura muscular tendrían que cambiar radicalmente durante millones de años. El concepto de humanos viviendo en otros planetas de nuestro Sistema Solar no parece muy descabellado. Dependiendo del planeta que terminemos colonizando, nuestras características también serán muy diferentes. Nuestros ojos se harán más grandes si alcanzamos planetas a una distancia mayor del Sol que la Tierra. Porque si hay menos luz, necesitaremos ojos más grandes para ver mejor.
Nuestra piel también podría volverse más pigmentada para ayudar con la dañina radiación UV fuera de la capa protectora de ozono de la Tierra. Incluso podríamos tener párpados más gruesos y huesos de las cejas más pronunciados para lidiar con los efectos de los rayos cósmicos. Por extraño que parezca (si eso no fue ya lo suficientemente extraño), podríamos evolucionar para parpadear hacia los lados para proteger mejor nuestros ojos de los desechos cósmicos provenientes de todas las direcciones, ya que, muy probablemente, la gravedad en otros planetas será más débil que en la Tierra. Vivir en otros planetas también podría significar fosas nasales más grandes. Las necesitaremos para respirar más fácilmente ya que el oxígeno puede ser escaso en nuevos mundos. Podríamos obtener cabello más grueso y denso para proteger nuestras cabezas de la radiación potencial. En Marte, por ejemplo, hay en promedio de 40 a 50 veces más radiación que en la Tierra.
Todavía podremos usar mucha tecnología. Pero en lugar de relojes y anteojos inteligentes, tendremos dispositivos más pequeños y sutiles. Cosas como lentes de contacto de comunicación podrían aparecer muy pronto. En lugar de auriculares, podríamos usar dispositivos de conducción ósea en miniatura implantados sobre la oreja. Los científicos no saben con certeza cómo será la gente dentro de 1000 años. Pero pueden predecirlo basándose en patrones previos de evolución. En la Edad Media, las personas tenían una esperanza de vida promedio de 35 años. Eso significa que tenían que trabajar muy duro y producir descendencia muy temprano en sus vidas. En estos días, la esperanza de vida se ha más que duplicado. Cada vez más personas viven hasta los 100 o incluso 110 años. Podemos suponer fácilmente que terminaremos viviendo más tiempo que eso.
¿Qué hay de nuestro tamaño? Todos los animales han evolucionado para crecer con el tiempo. Lo hemos visto en dinosaurios, ballenas, caballos y también en personas. Nuestros antepasados de hace cuatro millones de años eran pequeños, apenas alcanzaban los 1,2 m a 1,5 m de altura. Lo más probable es que sigamos ganando altura principalmente porque tenemos una mejor nutrición. Pero también porque nuestros genes parecen estar evolucionando, ya que las personas que están por encima del promedio en altura tienden a tener genes más ventajosos, o “útiles”, según algunos estudios. Pero a medida que crecemos, también nos volvemos más frágiles. Durante los últimos 2 millones de años, nuestros esqueletos se han vuelto más ligeros. Hemos comenzado a utilizar más herramientas para nuestras actividades diarias. La gente también se ha vuelto menos activa desde que se inventó la agricultura. Entonces, nuestros huesos ahora son menos densos. Y debido a que, en estos días, pasamos mucho tiempo en nuestros escritorios, nuestra estructura ósea puede cambiar por completo y alterar nuestras posturas.
Sin embargo, la tendencia de los cuerpos más altos no puede durar para siempre. El tamaño no puede aumentar más allá de un cierto límite. Esto se debe a que la presión sobre los tejidos de los cuerpos muy grandes es diferente de la presión sobre los cuerpos de tamaño mediano. Si nuestros cuerpos siguen creciendo, nuestra forma también tendrá que cambiar. También es probable que veamos cambios dramáticos en nuestra mente y personalidad. Los últimos 6 millones de años han triplicado aproximadamente el tamaño de nuestro cerebro. Podrías pensar que esta tendencia continuará, pero probablemente no lo hará. Sorprendentemente, ¡nuestros cerebros se están volviendo más pequeños! La investigación muestra que el tamaño del cerebro humano alcanzó su punto máximo hace unos 20 000 años, justo antes de la invención de la agricultura. Luego, el cerebro humano comenzó a disminuir, y no estamos muy seguros de por qué. Una explicación es que las grasas y las proteínas fueron difíciles de encontrar una vez que las personas comenzaron a cultivar y comer más vegetales. Esto hizo que fuera más difícil desarrollar y mantener un cerebro grande. Nuestro cerebro también necesita mucha energía. Consume alrededor del 20 % de nuestro uso de energía diario.
Nuestra personalidad continúa evolucionando también. No necesitamos ser tan agresivos como los antiguos cazadores y recolectores. Nuestras interacciones sociales también son diferentes. En el pasado, las personas no podían viajar lejos o comunicarse a largas distancias de manera eficiente, por lo que las relaciones cercanas que tenían eran con miembros de su propio grupo o tribu local. Ahora podemos viajar por todo el mundo, hablar por teléfono, chatear en nuestras laptops, cambiar de trabajo con la frecuencia que lo necesitemos e incluso salir con personas en línea. Esto nos empuja a ser más extrovertidos, abiertos y tolerantes. También nos hizo más adaptables a diferentes culturas de todo el mundo. ¡Había nueve especies humanas vagando por la Tierra hace unos 300 000 años! Las otras 8 especies probablemente se extinguieron debido a los cambios climáticos. Puede que seamos solo nosotros por ahora, pero ¿quién puede decir que no habrá una nueva especie humana?
Pero como ya no estamos separados por la distancia física, es poco probable. Para tener diferentes especies, las personas necesitan evolucionar en grupos aislados. La genética llama al fenómeno que ocurre ahora “el gran promedio”. Cada vez somos más parecidos a medida que pasan las generaciones. La población mundial es mixta. Las personas ya no se reproducen solo dentro de su ubicación. Si pasa suficiente tiempo, la raza humana comenzará a parecer homogénea. Todos nos convertiremos en el ’promedio’ de las diferentes apariencias físicas que vemos hoy. Solíamos tener mandíbulas más grandes para poder masticar mejor los alimentos no procesados. Actualmente, tenemos mandíbulas más pequeñas y menos espacio para los 32 dientes. Es por eso que a menudo tenemos que sacar esas molestas “muelas del juicio”.
Los científicos dicen que la cantidad de dientes que tenemos no cambiará. Pero si continuamos cambiando nuestros hábitos alimenticios, consumiendo alimentos cada vez más blandos, nuestras mandíbulas se volverán más pequeñas y nuestros dientes, incluso más apiñados. ¿Nuestros pulgares se están volviendo más grandes? Algunos datos sugieren que hay adolescentes que tienen pulgares demasiado desarrollados. Eso es porque juegan demasiados videojuegos. Los músculos de sus pulgares se han adaptado porque se han usado mucho, pero esto no es un rasgo genético. Una persona puede tener un pulgar más grande, pero no lo transmitirá a las generaciones futuras.