10 Pruebas de que los egipcios fueron los primeros influencers de maquillaje y belleza de la historia

Mujer
hace 1 año

La antigua civilización egipcia era muy amante de la belleza y la perfección, tanto así que estaba a la vanguardia en lo que a cosmética y belleza respectaba. Desde maquillaje hasta peluquería y manicura, se preocupaban por todo, sin dejar a un lado la dermatología para tratar diferentes tipos de afecciones de la piel y retrasar el envejecimiento. De hecho, muchos de los cosméticos que usamos a diario en la actualidad no son ni más ni menos que versiones mejoradas de los que los egipcios usaban hace miles de años.

¿Desde dónde nos lees? ¿Qué tradiciones relacionadas con la belleza tienen en tu cultura?

1. La sombra de ojos era imprescindible

Para elaborar sus sombras de ojos, usaban minerales molidos y mezclados con otros componentes, como grasa animal, la cual mejoraba su agarre y duración. No solo disponían de un par de colores, sino que desarrollaron una gran paleta de tonalidades.

Para los tonos oscuros, usaban carbón o galena. El verde, en diferentes escalas, lo conseguían pulverizando malaquita. Obtenían los tonos rojizos, anaranjados y cobrizos a partir del óxido de cobre u ocre, mientras que los morados y sus derivados surgían de pigmentos florales.

2. Su eyeliner sigue usándose incluso hoy en día

El kohl es un polvo fino y oscuro que, con ayuda de un palillo, se aplica en los párpados, ya sea en el interior o el exterior, para dibujar líneas negras gruesas que acentúan la profundidad del ojo y le dan a la mirada un toque de misterio.

Originalmente, se elaboraba a partir de una piedra mineral llamada estibina, y era utilizado por las mujeres de la alta sociedad para mostrar su estatus. Más tarde, debido a su buen funcionamiento como bloqueador solar, su uso se popularizó en la sociedad, tanto entre damas como en hombres.

3. También se las arreglaron para disponer de colorete

Colorear las mejillas para darle al rostro un aspecto saludable y juvenil era una práctica común en esa sociedad, indiferentemente del género o la clase social. La única diferencia era que los más poderosos podían comprar sus cosméticos en los mercados o directamente a sus fabricantes, mientras que las personas de bajos recursos debían elaborarlos ellas mismas en sus viviendas.

Para hacerlo, solo necesitaban un poco de tierra arcillosa rica en óxido de hierro, tierra roja a simple vista. Esta era lavada y tamizada para separar la arena de óxido de hierro, la cual, tras ser secada al sol, quedaba como un polvo rojo fino, perfecto para utilizar a modo de blush. La gente lo aplicaba sobre el rostro con ayuda de pinceles de madera humedecidos.

4. Por supuesto, no se privaban de lucir labios de colores

Con respecto al pintalabios, el mérito de su descubrimiento es de los sumerios. Los egipcios copiaron de esa otra antigua civilización esta costumbre. En principio, fue la alta sociedad la que comenzó a pintar sus labios con pigmentos a base de ocre para diferenciarse de las demás clases. El rojo carmín era el favorito de Cleopatra, y era elaborado a base de escarabajos y hormigas.

El labial no tardó en causar furor. Pronto, la fórmula original fue sufriendo modificaciones. Con ayuda de frutas, henna y otros insectos, los egipcios consiguieron elaborar más pigmentos y tonalidades. Los colores más usados, además del rojo, eran el naranja, el magenta y el azul marino.

5. La henna era uno de sus grandes aliados

La henna es un tinte natural que se extrae de las hojas de un arbusto llamado alheña o arjeña. En el antiguo Egipto, se utilizaba como tinte de cabello, para resaltar el color y la forma de las cejas, como pintura de uñas y para realizar tatuajes decorativos temporales. Si se la usaba pura, daba una tonalidad rojiza, por lo que solían mezclarla con otros colorantes para ampliar la gama de tonos disponibles.

La henna sigue formando parte de las rutinas de belleza de las egipcias, principalmente en los días previos al matrimonio, cuando a modo de “despedida de soltera” se celebra lo que se conoce como henna party (“fiesta de henna” en español). Estas pequeñas reuniones están reservadas únicamente a las mujeres, amigas y familiares de la novia. Entre bailes, conversaciones y picoteo, las damas se van turnando para acicalarse, decorando sus manos y pies con tatuajes de henna temporales.

6. También desarrollaron una amplia gama de productos dermatológicos para el cuidado de la piel

Los egipcios sabían de sobra que el calor y las altas temperaturas, sumados a la suciedad producida por el polvo y la arena del desierto, podían dañar sus pieles y hacerlas envejecer prematuramente, por lo que desarrollaron distintas rutinas de cuidado. La realeza podía permitirse tratamientos de lujo como las exfoliaciones con sales de mar y los baños hidratantes en leche de burra.

También se podían realizar tratamientos semanales a base de leche y miel para obtener una hidratación más profunda. Como rutina diaria general, era habitual el limpiado de la piel, la exfoliación con arena y la hidratación con una amplia variedad de aceites naturales como el de almendras, el de moringa o el de ricino para mantener los tejidos tersos, luminosos y jóvenes.

7. También fueron pioneros en el arte de la depilación corporal

Además de ser muy coquetos, los egipcios tenían un sentido de lo estético muy detallista, por eso era habitual que tanto mujeres como hombres se deshicieran casi íntegramente del “antiestético” vello corporal. Para hacerlo, utilizaban una pasta casera muy pegajosa hecha de azúcar, limón y agua. Esta se aplicaba directamente sobre la zona que se quería depilar.

La mezcla se pegaba al vello y, de forma muy similar a la cera que usamos en occidente, al retirarla, esta arrancaba los vellos de raíz. Esta técnica sigue siendo la favorita de las egipcias también en nuestros días, pero a diferencia de antaño, ya no es necesario elaborar el producto en casa, ya que está disponible en todos los supermercados y farmacias egipcias a un precio muy asequible.

8. Eran fans de los perfumes y las fragancias

A los egipcios les encantaba deleitar su sentido del olfato con aromas agradables y embriagadores. A su vez, estos también tenían gran simbolismo espiritual, siendo ofrendas bien vistas por los dioses y protectores frente a las energías malignas. Los miembros de la realeza tenían sus propios perfumistas, quienes se encargaban exclusivamente de aromatizar sus vidas en todos los aspectos posibles.

Muchos tenían incluso estancias en sus palacios tipo laboratorios, especialmente destinadas a la elaboración de perfumes, esencias e inciensos. Se sabe que el método usado para extraer las fragancias de las plantas y las flores era la maceración. Se han descubierto varias recetas, pero no hay detalles del proceso de elaboración, ya que era como una especie de secreto profesional que pasaba de perfumista a perfumista.

9. Siendo tan detallistas, no podían olvidar el estilismo del cabello

Los piojos eran un gran problema por aquel entonces, por eso muchos egipcios y egipcias optaban por pelarse la cabeza completamente, evitando así el posible contagio de estos parásitos. Los miembros de la clase social alta y la realeza, como muestra de su poderío, tenían a su disposición gran variedad de pelucas, extensiones de pelo natural y tocados con los que podían adornar sus cabezas.

Los hombres, si no estaban pelados, llevaban el pelo preferentemente corto. Sin embargo, en el caso de las mujeres, el peinado era un indicador de la etapa de su vida en la que se encontraban. Las adultas en edad fértil llevaban el pelo largo y suelto; las jóvenes aún solteras llevaban su cabello sujeto en colas de caballo, mientras que las más jóvenes podían lucir dos trenzas. Para mantener su melena sana y fuerte, usaban aceites naturales y peines de esqueletos de pescado o madera para desenredarla.

10. La cosmética también tenía usos medicinales y espirituales

Si bien para esta civilización la belleza era de gran importancia, el maquillaje y la cosmetología también tenían objetivos menos superficiales. Curar afecciones, proteger del sol, evitar el mal de ojo o agradar a los dioses solían estar entre los más populares.

Curiosamente, incluso tras la muerte, la belleza seguía siendo de gran importancia. Cuando las personas fallecían, en sus tumbas, además de sus enseres personales, se incluían también los maquillajes y cosméticos que habían utilizado habitualmente en vida para que pudieran tenerlos también a su disposición en el más allá.

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