17 Situaciones que podrían ocurrir solo en un parque infantil

Gente
hace 3 años

El parque infantil es un mundo aparte con sus propias reglas y fundamentos. Abuelas gruñonas, niños traviesos, mamás preocupadas y papás relajados: todas esas personas se pueden encontrar en absolutamente cualquier parque. Y a veces se dan situaciones que son difíciles de olvidar.

Genial.guru ha encontrado en Internet historias impresionantes que solo podrían suceder en un parque infantil. Y ahora no sabemos si reír o llorar al respecto.

  • Regresaba del trabajo. En el parque infantil, una mujer gritaba fuerte: “¡Sí, soy su madre, aléjense de mi hijo de inmediato!”. Al principio pensé que alguna madre estaba en guerra con las otras. Pero resultó que esa mujer tenía un perro en sus brazos y lo protegía de los niños. © Wizard_Severus / Twitter
  • Ya era una adulta de 30 años. Todas las tardes iba a buscar a mi madre al trabajo, la esperaba y después caminábamos juntas a casa. A veces mi madre llegaba tarde, en esos casos la esperaba en el parque infantil, me subía al columpio y cosas así. Una vez en que mi madre llegaba tarde de nuevo, me quedé sentada esperándola. Una niña se me acercó, me mostró un columpio para dos, uno de esos que se movían hacia arriba y hacia abajo: “¿Quieres jugar?”. Yo, sin sospechar nada, le dije que sí. Me senté en un lado, la niña en el otro. Y nada. Me quedé atrapada en la parte de arriba. Con las piernas colgando, tratando de bajar. La niña me preguntó burlonamente: “¿Cuánto pesas?”. Yo: “43 kg”. Y ella me respondió en voz baja: “¡Y yo 58! Ayer nos pesaron en la escuela. ¡Ja, ja, ja!”. Después vino la mamá y me salvó de esa cruel niña.
  • Estaba en el parque infantil y llamé a mi hija:
    —¡Luna!
    Al lado estaban sentadas dos mamás y una le susurró a la otra (yo oí todo gracias a mis enormes orejas):
    —Ya no saben cómo llamar la atención con los nombres. ¡Vaya nombre, Luna!
    Después de 5 minutos, la misma mujer:
    —¡Esmeralda, hija mía, vamos a casa! © InsomniaAeterna / Twitter
  • Mi mamá salió a pasear con mi sobrina de 4 años al parque infantil. Los niños jugaban, las abuelas y las niñeras se quedaron sentadas observando. De repente, sin motivo aparente, todas las niñas empezaron a correr con toallas femeninas en las manos y a pegarlas en sus pantalones. Resultó que fue mi sobrina quien decidió repartirlas a todas, motivándolas con las palabras de su madre: “Y si de repente pasa algo, hay que llevarlas por si acaso”. © Alla B Danilovich / Facebook
  • Mi hijo mayor tenía 6 años, estaba jugando en un columpio, y yo al lado. Dos niños corrieron cerca, justo al lado del columpio. Les dije: “No corran tan cerca”. El tamaño del parque era enorme. Sus madres estaban por ahí sentadas charlando, sin reaccionar. Estos niños volvieron a pasar corriendo, el mío paró rápido el columpio, y entonces la madre de uno de los corredores nos gritó: “Mujer, ¿puede su hijo jugar con cuidado?: nuestros hijos están corriendo ahí. Mejor no jugar con el columpio”. Les expliqué tranquilamente, sin patetismo, qué y cómo. Pero parece que esas mujeres acababan de salir de una clínica mental. La madre me gritó y su amiga también. © Vera Bal / Yandex.Dzen
  • Cuando camino del metro a casa, paso por un parque infantil. Hace poco vi a una mujer que le llevó a su hijo té en un vaso y un plato con puré de patatas y dos albóndigas. Maldita sea, ¿se podía hacer eso? Toda mi infancia me llevaban a casa para comer. © Oídoporahí / Vk
  • Ayer, en el parque infantil, me llamó la atención un niño. Siempre venía solo, muy educado, a veces jugaba con otros niños más pequeños, los ayudaba. Esta vez paseaba solo como siempre, y de repente, desde una ventana, al parecer su hermano mayor le gritó: “¡Sube y tira la basura!”. El niño se acercó al edificio y gritó: “¡Vete al demonio, perro pulgoso!”. Y se fue a jugar con los otros niños. © Olga H. / Yandex.Dzen
  • Paseaba por el parque infantil. Vi a unos niños de alrededor de 5 años que jugaban a los zombis. La niña se tiró del tobogán con los ojos cerrados, los niños hacían como que la estaban reviviendo. Uno de ellos decía:
    —¡Levántate, monstruo, deja de dormir!
    Y el otro niño, de ojos azules y pelo rizado, le decía tranquilamente, acariciándola en la cabeza:
    —Zombi querido, despierta, por favor... © 5.kopeek / Pikabu
  • En el parque infantil, los niños de entre 5 y 6 años se tocaban con palos y gritaban: “¡Congelado!”. No todo está perdido con esta generación. © letopisi_rus / Twitter
  • Pasaba cerca de un parque infantil. Noté que estaba sucediendo algo: padres, niños disfrazados, pelotas, un animador con micrófono. Resulta que los padres les estaban haciendo a sus hijos una graduación del jardín de infantes. El animador daba un discurso pretencioso sobre las cosas necesarias e interesantes que los niños iban a aprender en la escuela. Al mismo tiempo, estaban sentados cerca dos niños más grandes, de unos 10 años, y se quejaban:
    —¡¿Pero qué te pueden enseñar en esa escuela?! A mí me enseñaron solo a leer, a contar y a decir malas palabras.
    —Y a mí solo a leer y a contar. Ya sabía decir malas palabras desde antes. © Sibirskix / Pikabu
  • Tenía prisa por ir a buscar a mi hijo a la escuela. En el parque infantil, vi a una anciana tratando de subir a un anciano al columpio. La anciana me detuvo para pedirme un favor: que les sacara una foto. Aunque llegaba tarde, no pude decir que no. Como resultado, tomé una de las mejores fotos de mi vida. La anciana se subió al columpio de al lado y se tomó de las manos con el anciano. Nunca había visto algo tan tierno. © Oídoporahí / Ideer
  • Venía del trabajo pasando por el parque infantil. Había dos colegialas que jugaban al bádminton, y no he visto a nadie jugarlo en mucho tiempo. De repente me inundaron los recuerdos de la infancia, cómo jugábamos mis amigas y yo. Estaba pasando al lado, mirando fijamente, sonriendo ante los recuerdos, y de repente escuché: “¿Qué estás mirando? Yo estoy casado”. Lo dijo un hombre de apariencia poco presentable, a quien ni siquiera había notado. Probablemente alguien tuvo suerte con él. Y sí, quiero una autoestima igual a la suya. © Oídoporahí / Vk
  • De alguna manera, mi hija llevó mi jabón de higiene íntima a la arena del parque infantil. Cuando empezaron a jugar a la cocina, no podía entender qué era ese olor tan familiar. © Asha Tan / Facebook
  • Regresé de un paseo profundamente impresionante. Paseábamos con mi hijo de 2 años. Una mamá se acercó: “¡Oh, qué linda niña tienes!”. Yo dije: “Es un niño”. ¿Han visto alguna vez cómo agarra un ataque? Yo recién pude observarlo. A la mujer parece que le empezó a faltar el aire. “¿Cómo un niño? ¿Y por qué tiene una pelota rosa?”. Ahí me puse pensativa yo. Le respondí: “Fue la primera pelota que vimos en la tienda y la tomó, por eso salimos a pasear”. Ella resopló como una tetera: “¿Cómo que la tomó, él mismo? ¿Rosa? ¡Llévalo urgentemente con un psicólogo!”. © Nejora / Pikabu
  • Pasaba por el parque infantil, escuché a alguien gritar, y eso que llevaba auriculares puestos. Vi que una anciana estaba tirada y no podía levantarse, se tambaleaba como un escarabajo. Me acerqué para ayudarla a levantarse. Resultó que estaba bien, simplemente estaba jugando en el columpio, se cayó y se quedó tirada RIÉNDOSE. ¡Lo que es capaz de hacer la primavera con las personas! © AlexandrZaedaet / Twitter
  • Hace poco, en el grupo de chat del edificio, una vecina muy indignada exigió que todos dejaran de llevar a los niños al parque infantil del edificio y que los llevaran al otro, o sea, al parque del edificio vecino. Resultó que los niños no la dejaban dormir con sus gritos. Trabaja de noche, por eso dormía durante el día y quería silencio. Nuestra zona era nueva, se vendieron un montón de departamentos con ventanas hacia un terreno tranquilo, donde había silencio y tranquilidad. Pero ella compró un departamento con las ventanas hacia el parque infantil. Cuando le dijeron que estaba, por decirlo suavemente, equivocada, armó todo un escándalo en el chat. © Oídoporahí / Vk
  • Acordamos reunirnos con una amiga en el parque infantil. Llegué antes. Era de noche, me senté en un banco mientras comía semillas de girasol. Vi cerca a un tipo sospechoso dando vueltas y mirando a todos lados: me miraba a mí y de repente miraba a otro lado. Se sentó en el banco de al lado, suspirando profundamente. Decidí irme: nunca se sabe, tal vez era un maníaco. Me fui. De repente escuché pasos a mis espaldas: corriendo. Me estaba por poner a gritar, pero me alcanzó y me entregó la bolsa con semillas que me había olvidado en el banco. Nos reímos. Resultó que estaba esperando a su novia, que vivía en el edificio de al lado, para una cita nocturna, y ese banco, donde yo estaba sentada, era su lugar favorito.

¿Te ha pasado algo parecido en un parque infantil?

Imagen de portada InsomniaAeterna / Twitter

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La vecina a la que la molestan los niños del parque que pruebe a dormir con tapones

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