36 Civilizaciones inteligentes podrían esconderse en nuestra propia galaxia

Curiosidades
hace 1 año

Decenas de naves espaciales y cientos de sondas despegan de la Tierra y se dirigen a la hermana gemela de nuestro planeta, Venus. Es del mismo tamaño que la Tierra y tiene cerca del 80 % de su masa. Las temperaturas aquí son muy altas para los humanos, y no tiene el aire que estamos acostumbrados a respirar. Pero fuimos allí porque los científicos encontraron recientemente rastros de gas fosfina, lo que sugiere que podría haber vida allí. La fosfina proviene de varios microbios y bacterias. Así que la humanidad emprende este viaje para descubrir esta vida. Con nuestra tecnología, un vuelo a Venus llevaría de 3,5 a 6,5 meses. Pero finalmente lo logramos.

Las naves espaciales aterrizan en el planeta. Y cuando los primeros humanos llegan a la superficie, ven desiertos calcinados, lagos de lava y géiseres de ácido venenoso. Y... eso es todo. Los científicos calcularon mal los datos del radiotelescopio. La fosfina nunca existió en Venus. Así que volvemos a los cohetes y nos preparamos para un viaje más largo a través de nuestra galaxia. Los científicos creen que hay al menos 36 civilizaciones en la Vía Láctea que son como la nuestra.

Podrían ser organismos vivos completamente diferentes a nosotros. Pueden tener cuerpos diferentes, ojos distintos. Puede que caminen y hablen de un modo muy diferente al nuestro. Pero una civilización avanzada tiene varios criterios: el progreso tecnológico y el uso de una comunicación desarrollada entre los individuos. Así, estas civilizaciones deben explorar el espacio, construir ciudades y ser capaces de comunicarse entre sí como especies independientes.

Observemos a nuestra galaxia y descubramos estos mundos civilizados. Así que, la Vía Láctea es una espiral de 100 000 años luz de lado a lado. Si una estrella nace en un extremo de esta en una explosión superpotente, la luz de ese evento no llegará al otro extremo hasta 100 000 años después. Hay unas 100 000 millones de estrellas, y cerca de cada una de ellas puede haber mundos como los de nuestro sistema solar. Intentemos encontrar los mundos habitables usando tamices gigantes.

Primero, busquemos estrellas que tengan mucho hierro. Estas arden a la temperatura perfecta para el desarrollo de la vida. Y el hierro en el sistema estelar ayudará a formar los núcleos de los planetas que serán el hogar de otra civilización. Pasamos la Vía Láctea por nuestro tamiz. Vemos que hay demasiadas estrellas que se ajustan a la descripción, así que necesitamos otro filtro.

Ahora encontremos estrellas que se parezcan al sol en este montón. La estrella debe ser unas veces más grande que la Tierra y 333 000 veces más pesada. Un criterio importante es la edad de la estrella. Cuando una estrella envejece, comienza a expandirse y se convierte en una gigante roja. En ese momento, puede absorber los planetas que la rodean. La vida de una estrella de este tipo puede terminar con una enorme explosión que destruya todo lo que la rodea. Por tanto, la estrella que buscamos debe ser relativamente joven.

Usemos de nuevo nuestro tamiz. Hay menos estrellas, pero aun así, son muchas. Ahora centrémonos en los planetas. Deben estar en la zona habitable de la estrella. No demasiado cerca, porque entonces la temperatura sería demasiado alta para que nazca la vida. Y no demasiado lejos, ya que el planeta sería solo un bloque de hielo sin nada de vida en él. La temperatura del planeta debe permitir que el agua permanezca líquida.

Otro filtro es la edad del planeta candidato. Una civilización avanzada necesita tiempo para desarrollarse. Basándose en la experiencia de la Tierra, los científicos creen que se necesitan al menos 4 500 millones de años para que cualquier forma de vida evolucione hasta el nivel humano. Así que buscamos planetas como la Tierra o más antiguos. Usamos nuestro tamiz una última vez y... voilà. Tenemos 36 mundos donde es posible una civilización avanzada. Los científicos realizaron este estudio y lo publicaron en abril del 2020 basándose en estos mismos criterios. Lo único que queda es descubrir estas civilizaciones y hacer el primer contacto.

Podemos detectar una civilización de este tipo usando las ondas de radio que provengan de ella. Supongamos que hay un planeta A con organismos vivos primitivos en él. Millones de años de evolución y se convertirán en una civilización con tecnología avanzada. Las ondas de radio serán su forma de comunicarse. Entonces todo el planeta emitirá ondas como una estrella emite luz. Y aquí en la Tierra seremos capaces de captar esta señal con antenas apuntando al espacio. Pero hay un problema con la distancia entre los planetas.

Por ejemplo, el planeta A está a 1 000 años luz de la Tierra. Cuando el planeta A empiece a emitir ondas de radio, estas señales no nos llegarán hasta diez siglos después. Aprendimos a emitir y recibir ondas de radio en 1895. Y si la civilización del planeta A emitió una señal de radio al mismo tiempo, no podremos captarla hasta 2895.

Lo mismo ocurrirá en el planeta A. Enviamos un mensaje en forma de señal de radio al espacio en 1974. En ella codificamos nuestro sistema numérico, el ADN humano y la información sobre nuestro sistema solar. Si hay una civilización avanzada en el planeta A, solo podrán recibir esta señal en el 2974. Y tendríamos que esperar otro milenio para obtener una respuesta de ellos.

Otro problema de las ondas de radio es que no parecen un resplandor constante en el planeta, sino una llamarada. Las ondas de radio solo se usan en una determinada etapa de la civilización. Al principio, es el principal método de comunicación, pero luego empezamos a usar los teléfonos móviles, la televisión por cable y la fibra óptica. Y a medida que la tecnología avanza más, la luz de las ondas de radio comienza a desvanecerse. Así que solo tenemos unos 100 años de uso activo de la radio por parte de la civilización para encontrarla.

Un día captamos una extraña señal de radio de origen desconocido. Sus características sugerían que esta señal había sido creada artificialmente, quizá por una civilización del espacio exterior o por una nave estelar que pasaba por allí. Las búsquedas posteriores de esta señal no dieron ningún resultado, lo que dio lugar a muchas teorías y argumentos sobre lo que en verdad era. Podría haber sido una señal de la Tierra que se reflejó en un satélite que volaba por el cielo. O podría haber sido el rastro de un cometa a unos cuantos años luz de distancia. Pero asumamos que era una civilización del espacio sideral. Una de esas 36 que probablemente existen. Ahora tenemos que hacer contacto con ellos.

Así que lanzamos nuestro equipaje en un cohete y nos dirigimos en dirección al planeta sospechoso. Nuestros cohetes pueden volar a 28 300 km/h. Eso significa que un cohete podría cruzar todo Estados Unidos en solo 8 minutos. Pero incluso si una civilización avanzada viviera cerca de nuestra estrella más cercana, Próxima Centauri, nos llevaría unos 73 000 años llegar hasta allí. Incluso a la velocidad de la luz, tardaríamos 4,2 años. Así que tenemos que resolver el problema de los viajes espaciales.

Nuestros científicos planean alcanzar aproximadamente un cuarto de la velocidad de la luz con un láser. Un potente rayo láser procedente de la Tierra empujará una sonda microscópica en la dirección correcta. Esta podría llegar a nuestro destino en unos 17 años. Y en otros cuatro años, cuando la señal de esta llegue a la Tierra, sabremos si existe una civilización avanzada.

Otra posibilidad para viajar más rápido que la luz es la nave espacial “burbuja de deformación”. Esta tendría que comprimir el espacio delante de ella y estirarlo detrás de su cola. Entonces podríamos llegar a cualquier punto del universo en, literalmente, unos pocos segundos. Pero tales viajes siguen siendo una fantasía para nosotros.

Tal vez podamos llegar a diferentes rincones del universo a través de agujeros de gusano. Son atajos similares a túneles. Pero hay un problema. Estos agujeros de gusano podrían estar dentro de agujeros negros. Estos son los objetos más misteriosos del universo. Son tan pesados que ni siquiera la luz puede escapar de su trampa. Nuestras naves espaciales tampoco soportarían la tensión.

También existe la teoría de que la Tierra es única porque nació en circunstancias completamente accidentales. Hace 4 500 millones de años, nuestro planeta era un bloque de lava que empezó a enfriarse y solidificarse. Pero su tranquilidad se vio interrumpida por el paso de un asteroide del tamaño de un planeta entero. La colisión se produjo en un ángulo tal que la Tierra no quedó completamente destruida, pero parte del asteroide permaneció en nuestra órbita.

Una roca pesada cerca de nuestro planeta estabilizó la rotación de la Tierra. Y la interacción gravitatoria con los restos gigantescos hizo que nuestro núcleo se calentara. Además, el asteroide trajo mucha agua a la Tierra. Una colisión así es extremadamente improbable. Es como ganar la lotería. Muchas veces seguidas. Pero hasta ahora, no tenemos ninguna razón para creer que exista vida en el espacio sideral. Así como no tenemos razones para creer que no hay civilizaciones avanzadas en el universo, excepto la nuestra.

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