6 Señales de que estás infectado con el virus de la pobreza

Psicología
hace 5 años

Uno no tiene la culpa de realizar compras impulsivas y tener el deseo de pedir préstamos. La hormona del estrés, cortisol, influye en la toma de decisiones: empeora la atención y la memoria, baja al mínimo los niveles de autocontrol y hechiza a una persona. El efecto que produce sobre el cerebro la sensación de sentirse pobre es el mismo que el que se produce tras pasar una noche en vela.

Genial.guru averiguó qué señales revelan una actitud no saludable hacia el dinero.

Crees en las convicciones de tus padres

“No podemos permitírnoslo”, “Hace falta aferrarse a cualquier trabajo”, “No tenemos una máquina para hacer dinero”. Cuando toda la infancia has oído cosas de este tipo, la idea se graba a fuego en el subconsciente.

Las convicciones, incluidas las inculcadas por nuestros padres, influyen en la toma de nuestras decisiones sobre cómo hacer nuestro trabajo, qué y a qué precio comprar y qué estilo de vida llevar.

Las restricciones y las privaciones en la infancia hacen que la persona sea más propensa al estrés y la depresión. Las tareas sencillas, a primera vista, resultan más complicadas para esta, mientras que las dificultades menores son más desmotivadoras.

Te preocupas por lo que dirán los demás

¿Conoces a personas que pidieron un préstamo para organizar una boda? ¿Compraron un vestido que costó 2 o 3 salarios o se negaron todo a sí mismos para pagar el banquete para 200 invitados?

La actriz Keira Knightley se casó con un vestido que llevaba colgado en su armario 5 años y, además, no fue la primera vez que se lo puso. Y como verás, el mundo no se ha derrumbado por eso, sus familiares no se ofendieron y sus vecinos no dejaron de saludarla.

No hay nada reprochable en una boda costosa si el presupuesto lo permite: un salario alto, un negocio estable, ingresos pasivos... Pero si la familia gasta todos sus ahorros en un día lujoso o se endeuda por ello, entonces esto es un síntoma de una mentalidad que piensa en la pobreza.

Priorizas de manera incorrecta

Los economistas que han estudiado el problema de la pobreza estiman que una persona en una mala situación económica huye de la vida aburrida e insípida.

Quizás es por eso que, en la India, el 40 % de los ingresos anuales de las familias se gastaba en fiestas y ceremonias religiosas; en EE.UU., la gente se compraba bistecs y langostas con las ayudas sociales; mientras que en Marruecos, los aldeanos se permitían tener un DVD y TV por satélite, aunque se alimentasen de pan y té dulce.

Una persona, que se considera pobre comienza a clasificarse a sí mismo en un puesto más bajo que el resto. Para demostrar “una buena situación económica”, hace costosos regalos, alimenta a sus invitados con lo que le queda de dinero o se compra un teléfono pidiendo un préstamo por 3 años.

Alivias el estrés con compras

Las personas que atraviesan por una situación económica difícil sufren de un enorme estrés. La producción de cortisol en estos casos aumenta después de llevar un año con esta vida. Esto afecta la memoria, la atención y la mentalidad.

La sensación de sentirse pobre tiene un efecto en el cerebro similar a pasar una noche entera sin dormir. La persona toma malas decisiones: pide préstamos con elevados intereses, compra cosas inútiles, se olvida de pagar sus cuentas y similares.

El autocontrol se reduce, no porque la persona no quiera controlarse a sí misma, sino por el aumento de la producción de cortisol y la concentración de la atención en la escasez de dinero.

No te pones objetivos ni sueñas

Muchos están tratando de eliminar esa sensación de ser pobre, trabajando cada vez más. El problema de esta decisión radica en que una persona no se permite soñar ni establece metas, tampoco descansa, ni disfruta de la vida, lo único que hace es trabajar y trabajar (como el hombre de la ilustración).

En un estudio realizado en 2017, los científicos descubrieron que las personas con bajos ingresos se sienten menos capaces de cambiar algo e influir en los resultados. Debido a esto, simplemente, no se fijan objetivos y no los persiguen.

La planificación viene influenciada por las emociones que sentimos durante el día. Cuando nos sentimos tristes, nuestro objetivo es obtener un beneficio, aunque menor, pero ya mismo, y como resultado, acabamos perdiendo si esto se analiza con perspectiva. Cuando nos sentimos alegres e interesados por las cosas, se nos hace más fácil planificar el futuro, hacer planes y convertirlos en realidad.

No puedes elevar tu nivel máximo de ingresos

En ocasiones, parece que la persona se atasca en un nivel de ingresos. Puede cambiar su esfera laboral, trabajar más intensamente. Pero eso no se refleja en los ingresos. Parece como si existiera un techo de ingresos que no se puede elevar.

Detrás de ese techo, por lo general, suelen existir creencias del tipo “Para ganar más, debo [trabajar 60 horas a la semana, defender mi tesis doctoral, tener buenas amistades]”, “Más dinero significa más problemas y responsabilidad, yo ya trabajo por tres”...

Una persona se acostumbra a su posición, logra vivir con su salario y siente incomodidad si de repente... este aumenta. Porque la sensación de inferioridad y de culpa sigue sin desaparecer.

¿Consiguió un plus en el trabajo? Lo soltará todo en una semana y no podrá ni recordar dónde ni cómo lo gastó. ¿Le ofrecieron un proyecto fuera del trabajo? Se aferrará a la carga laboral y perderá la oportunidad. El hábito de vivir con los mismos ingresos conduce a que todo aquello ubicado por encima de su techo habitual se desvanezca.

Bono: ¿Tienes el síndrome del impostor?

¿Has conocido profesionales competentes que ganan muy poco dinero? Parecen no ver su valor y, a menudo, reniegan de este. Este fenómeno se denomina “síndrome del impostor”: a una persona le parece que sus resultados son la suma de unas coincidencias tocadas por la buena suerte. Pero si cada uno de nosotros espera hasta que se vuelva lo suficientemente competente, según sus propias sensaciones, la vida se pasará.

Tom Hardy, en una entrevista a la revista Esquire, afirmó que la gente, seguramente, se preguntaba para qué hacerle una entrevista añadiendo algo como: “¿Quién diablos es este tipo con dientes torcidos y barba? ¿Quién es este monstruo?”.

Emma Watson también experimenta algo similar: ella tiene la sensación de que no puede satisfacer las expectativas de los demás. Le parece que un día todos sabrán que ella es una estafadora que no merece todo lo que ha podido conseguir.

A pesar de estos pensamientos, continúan trabajando, sin darse por vencidos y, por eso, obtienen resultados.

¿Cómo son tus relaciones con el dinero? ¿Te gustaría más reciprocidad por su parte? ¿O tal vez sepas cómo erradicar en ti mismo la mentalidad de los pobres y quieras compartir tu experiencia con nosotros?

Ilustradora Natalia Breeva para Genial.guru

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