15+ Extrañas coincidencias compartidas por los lectores de Genial que cautivan mucho más que cualquier serie

Historias
hace 2 años

Muchos de nosotros hemos caído en situaciones que no se pueden explicar rápidamente desde un punto de vista lógico. En ocasiones, la vida nos lanza sorpresas y coincidencias completamente curiosas. Un ejemplo de eso es el caso de una de nuestras lectoras, quien admiraba un bonito edificio y pensó que no estaría nada mal trabajar ahí, y luego de un año, consiguió empleo en ese lugar, en la oficina de pasaportes. Y tenemos que admitir que Internet está lleno de historias similares.

Los lectores de Genial.guru compartieron misteriosas historias que nos hicieron sentir un poco confundidos, ya que creer en ellas es realmente complicado.

  • Mi hija mayor y yo fuimos a un restaurante. Era un viernes 13. Nos trajeron unas galletas de la fortuna. Desenvolví el papel y ahí estaba escrito lo siguiente: “Tu día más afortunado en la vida es el 4 de enero de 2006”. Casi nos caímos de las sillas, ya que en esa fecha nació mi hija. Desde entonces guardamos el papel. ¡Como si nos hubiéramos sacado la lotería!
  • Di a luz a mi hijo un mes y cachito antes de la fecha planeada. Esto fue de un viernes para sábado a medianoche. No había teléfonos para decirle a mi mamá que se había convertido en abuela. Su teléfono de casa no funcionaba y ella vivía en otra ciudad. A su trabajo tampoco podía llamarla porque ella no trabajaba los fines de semana. El lunes por la mañana, ella me llamó: acudió a la oficina de telégrafos para solicitar una llamada a nuestro teléfono de casa. Nos dijo que se había muerto de ganas esperando a que llegara el lunes para poder marcarnos, ya que la noche del viernes para el sábado se había despertado a medianoche por el grito de un recién nacido.
  • Me fui de vacaciones. Antes de salir, decidí esconder el dinero y los documentos que dejaría en casa en algún lado. Cuando regresé después del viaje, no podía recordar en dónde los había guardado. Puse del revés toda la casa, pero no los encontré. Pasaron unos cuantos días y estaba desesperada. Cerca de la puerta de la entrada tengo colgado un llavero de madera en forma de búho. Coloqué mi mano sobre su cabeza y le dije: “Buhito, ayúdame a encontrarlos”. Inmediatamente después de eso fui al armario y en una caja bajo la ropa para la secadora hallé lo que había perdido.
  • Era de mañana y aún estaba durmiendo. De pronto escuché que alguien estaba corriendo descalzo. Claramente oí unas pisadas de niños pequeños, ya que solo ellos corren así. Además, el suelo era de madera e incluso se tambaleaba un poco. Se me espantó el sueño. Escuché todo eso y me quedé desconcertada. Mi esposo vino a la habitación para ver cómo estaba y le pregunté: “¿Tenemos visitas? ¿Quién llegó?”. Hizo una expresión que denotaba si me había vuelto loca. Y después de un tiempo, mi hija llamó y nos dijo que estaba embarazada.
  • Una vez fui con mi abuela a la oficina de pasaportes. El edificio era tan bonito que yo miré por la ventana del primer piso y pensé: ojalá pudiera trabajar aquí... Pasó un año y yo ya estaba sentada precisamente en esa misma oficina, trabajando como responsable de pasaportes e identificaciones.
  • En mi juventud, mi amiga y yo estuvimos de vacaciones por distintos lugares. Una vez soñé que estaba vestida con un abrigo verde y corría por un largo pasillo buscándola. Cuando nos volvimos a ver, ¡resultó que ella había soñado lo mismo esa misma noche!
  • Una compañera con la que mi esposo y yo trabajamos por casi 8 años, y que, por cierto, ya habíamos olvidado mutuamente, nos escribió en las redes sociales. Ella envió esto: “¡Hola! Trabajo como cajera en un supermercado y aquí está la identificación de tu esposo”. Yo le pregunté a mi marido si había estado en ese mercado. Él respondió que no, pero que había llevado a nuestro hijo a la clínica que se encontraba en ese vecindario. Incluso él no tenía idea de que la había perdido. Lo más sorprendente fue que su identificación cayera en manos de una persona que conocíamos, sobre todo porque vivimos en una gran ciudad. ¡Qué gran casualidad!
  • En un día de verano, nos fuimos a descansar a la playa con nuestro grupo de amigos. Colocamos nuestra manta. De pronto, una mujer se acercó y nos dijo lo siguiente: “¿Disculpen, podrían mover un poco la manta? Ayer perdí mi anillo de oro y hoy soñé que estaba aquí”. Me levanté y moví el borde de la manta para que la mujer viera que no había nada. ¡Para mi sorpresa, ahí estaba el anillo! Fue algo increíble. Ella estaba tan feliz en ese momento.
  • Perdí a mi gato y lo buscamos un par de semanas. Mi mamá soñó con un lugar en el patio en donde él se encontraba. En la noche se levantó y ahí vio al animal.
  • Esto pasó en un examen. Aún recuerdo a mi profesor. Un día antes de la prueba, nos reunimos para ver dudas. Le pedí al docente que nos diera una pista sobre la pregunta número 13 de la guía. Él se interesó en saber para qué la quería, a lo que le respondí que estaba segura de que esa sería mi pregunta de examen. Al día siguiente, fui la primera en obtener una pregunta aleatoria, y para sorpresa de todos, me tocó la número 13 de la guía. El profesor se quedó desconcertado y fue a comprobar que efectivamente estuviera diciendo la verdad. Después de eso me dijo que había sacado 10.
  • Solía ir a la escuela por un camino en donde se encontraba un arco, ya que era la forma más rápida de llegar. Un día iba caminando como de costumbre y vi un gran perro blanco dentro del arco, así que tuve que rodear el camino. Al día siguiente, el animal también seguía ahí, pero al tercer día vi que todos pasaban a través del arco sin problemas. Bueno, pensé que también podría pasar por allí, pero el perro se levantó y comenzó a gruñir. Finalmente no me dejó pasar. Tuve que retirarme. En ese momento cayó un enorme pedazo de hielo del tejado. Al final, resultó que ese animal me salvó la vida.
  • Iba de regreso a casa. Bajé del autobús y me dirigí hacia mi calle. Al pasar por un puesto de periódicos, vi a un hombre que estaba vestido de una forma muy rara. Él iba caminando frente a mí, literalmente a un par de metros. Llegó al paso peatonal y, sin detenerse, atravesó la calle. Mi calle también quedaba por ahí, pero tuve que dejar pasar un auto. En ese momento, el hombre dio la vuelta hacia unos matorrales cerca de casa, los cuales estaban llenos de arbustos altos. Lo extraño es que al pasar por esos arbustos, se podía llegar a un espacio abierto y bastante vasto. En pocas palabras, no había dónde esconderse y tampoco se podía pasar rápidamente por allí. Bueno, yo lo seguí, me metí entre los arbustos y llegué a los matorrales, pero el sujeto desapareció. Sin embargo, era imposible esconderse o atravesarlo en medio minuto. Aún es un misterio para mí a dónde se fue ese hombre extraño.

  • Un día, nuestra hija durmió con nosotros porque el calentador de su habitación no funcionaba. Estaba viendo una película en mi teléfono. Era aproximadamente la una de la mañana. En algún momento, ella se despertó, se levantó de la cama y miró a su alrededor de una forma tan extraña que se me puso la piel de gallina. De repente, comenzó a buscar algo. Se agachó, miró debajo de la cama y de la mesita de noche. Después me preguntó: “¿Dónde está?”. Le pregunté qué estaba buscando. Ella respondió: “¡Mi diamante! ¡No puedo encontrar mi diamante!”. Le dije que si tuviéramos diamantes, definitivamente no estarían debajo de la cama. Se volvió a dormir. Al día siguiente, encontré su gran diamante rosa de plástico mientras estaba limpiando debajo de la cama. Estaba jugando en nuestra habitación y lo perdió. Por la noche soñó con ese mismo diamante que estaba buscando.
  • Hace unos años fui a cambiar mi pasaporte. Me formé en todas las filas y llené todos los formularios. Cuando estaba en el despacho de la supervisora, rellenando el último documento, de pronto ella se fue y regresó después de unos minutos con una carpeta en donde estaban los mismos formularios que había llenado con mi propia letra, mi firma, etc. Durante 40 minutos me estuvieron preguntando por qué había ido nuevamente; ellos pensaban que quería un segundo pasaporte con diferentes datos. Ya habían pasado diez años, y desde entonces no me acuerdo cuándo fue la primera vez que fui y cuándo firmé todos esos documentos.
  • Les contaré una divertida historia, a pesar de que en ese entonces no me causó nada de gracia. Mi novio y yo rentamos un departamento. Una vez se fue a otra ciudad para solucionar unos asuntos y yo me quedé sola. Estaba sentada frente a la computadora y de pronto escuché un ruido extraño. Revisé todo y no había nadie. Me fui a acostar y nuevamente oí el ruido. En ese momento me sentí un poco incómoda. Nuevamente fui a revisar y no encontré nada, pero dejé encendida la lámpara toda la noche. Al día siguiente, escuché el ruido otra vez. Me quedé pensando en muchas cosas. Después de unos días, cuando me estaba alistando para ir a algún lado, en el pasillo vi que frente a mí, en la pared, se estaba desprendiendo el papel tapiz junto con el yeso, y hacían exactamente ese extraño ruido. Al parecer, eso fue lo que me estuvo asustando unos cuantos días.
  • Se acercaba la Nochevieja. Mi mamá les tenía miedo a los insectos que picaban. Lo sabía, y comencé a burlarme de ella diciéndole que qué haría si alguien sacudiera una colmena en casa. Bueno, comencé a describir vívidamente cómo las abejas volarían por la recámara y se encontrarían por todas partes... Al principio, mi mamá se burló de mi broma infantil, pero luego se quedó con el ojo cuadrado, porque de algún lado salieron avispas y empezaron a volar por la recámara. Yo era muy pequeño, tenía unos 5 o 6 años, así que lo consideré algo normal. Aún no logro entender de dónde salieron avispas en diciembre. © nekochan / AdMe

¿Has vivido historias así de curiosas?

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