Tengo un ejemplo de mi propia vida. Mi esposo, un malísimo alumno que no estudiaba en la escuela en absoluto y logró graduarse milagrosamente, ahora es un piloto genial. Y yo, una excelente estudiante, vivo de él. Estoy de licencia por maternidad por segunda vez. Y no quiero ir a trabajar. © MkMurMur / Pikabu
Cuando estaba en la escuela, tenía un compañero de clase que no era un estudiante malísimo, sino uno regular, pero era un chico vivaz, inteligente y bastante erudito. Siempre se sentaba detrás de mí y a menudo se copiaba, y eso me alegraba mucho. Y me alegraba por la siguiente razón: cuando él se copiaba, siempre encontraba mis errores y los corregía. Maldito mago, ¿cómo lo hacía? © *** / Pikabu
Mamá me transfirió en el segundo trimestre del séptimo grado de la clase “C” a la “B”. Pero había un “pequeño” problema: yo había estudiado francés durante 2 años, y en la clase “B” solo estudiaban inglés, ¡y al final del año había un examen! Mi mamá contrató a un tutor y comencé a aprender un nuevo idioma. Estudié mucho, me gustaba el inglés, especialmente por el hecho de que todo me salía bien. Como resultado, en el momento de dar el examen, me había puesto al día con nuestra clase (después de 3/4 partes del año académico). Y llegó el día del examen. Había dos profesoras: la nuestra y una de las clases superiores. No me tocó responder con mi maestra. Leí, traduje, incluso respondí preguntas. Y la maestra dijo: “Bien. ¡Una merecida B!”. Mi felicidad no tenía límites: ¡lo había logrado! Pero duró solo 15 segundos. De repente mi maestra se giró y dijo tan alto que la escuchó toda la clase: “¡¿Qué B?! ¡Ponle una C! ¡Lleva menos de un año estudiando inglés!”. Y me pusieron una C. Y eso fue todo, se había terminado para mí. Todavía no sé inglés, porque después de ese examen, mis ganas de aprenderlo desaparecieron por completo. © AnnAndre / Pikabu
A finales de los 90, en nuestro sistema educativo hubo una transición de un sistema de evaluación de 5 puntos a uno de 10 puntos. Una vez, fui a ver a mi maestro para rendir algo individualmente y presencié una situación extraña. Un estudiante que era un año menor que yo estaba convenciendo al maestro de que le diera 5 puntos en vez de 6. Después de una larga persuasión, el maestro le puso el cinco y se encogió de hombros, como diciendo “qué niño más extraño”. Yo pensé lo mismo. Y luego me di cuenta: durante 3 años, solo había recibido notas de cinco y de cuatro, mostrando con orgullo su historial académico a sus padres, quienes no sabían que estaba estudiando en un sistema de 10 puntos, y pensaban que su hijo era un excelente alumno. Y luego pasó esto: el maestro de repente decidió ponerle un 6. © Badalamento / Pikabu

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