Psicología

Incurrir en gastos adicionales en una boda planificada es algo que asusta a muchas parejas. Por lo general, es una pesadilla cuando uno de los invitados arruina el plan llevando a más personas al lugar. ¿Cómo deben las parejas manejar tales situaciones? ¿Deberían olvidarse de ello y pagar el costo adicional, o pedirles a sus invitados que lo paguen ellos?

“No es limpio el que limpia, sino el que no ensucia” dicen muchas mamás, y lo que es una realidad es que ser ordenados es una característica que todos queremos poseer. Pero lo que también es cierto es que el orden y las formas de conseguirlo, tanto por técnicas aprendidas como propias, pueden ser tan únicos como lo es cada ser humano.

A veces creemos que no tenemos el tiempo suficiente para hacer las cosas que queremos o nos gustan, pues, sin darnos cuenta, los días se nos pasan tan rápido que ni siquiera notamos cuándo concluyen. Y quizá la solución simplemente sea establecer prioridades y organizar las obligaciones.Entre estas se encuentra invertir tiempo de calidad en las cosas y personas que son importantes para nosotros, pues debemos de procurar aquello que nos hace felices y nos complementa como seres humanos. Tal es el caso de las relaciones de pareja.

Todo el año esperamos el momento de las vacaciones. Cuando por fin llega, nos ponemos a preparar maletas, metemos el traje de baño, el bloqueador, hacemos la reservación del hotel. Nos visualizamos en la orilla de la playa o en la montaña viendo el cielo, mientras el mundo pasa. No hay preocupaciones, tareas, proyectos que entregar. Pero hay algo dentro de nosotros que no logra desconectarse de todo. ¿A qué se debe esto?

La ciencia de la atracción puede ser difícil de predecir y, a veces, es complicado determinar exactamente qué es lo que nos atrae de alguien. Puede ser su sentido del humor, su confianza en sí mismo, o simplemente nos puede gustar su apariencia. Y más concretamente, cuando se trata del rostro de alguien, las mujeres se sienten atraídas por ciertos rasgos, incluidas las cicatrices, ya que estas pueden mantenerlas intrigadas.

Seguramente alguna vez has deseado tener el superpoder de detectar cuando alguien no dice la verdad. Bueno, quizá no sea un sueño tan descabellado. Incluso sin habilidades sobrenaturales, podrías hallar una que otra mentirilla en tu interlocutor con solo observar su lenguaje escrito. Así es: por los mensajes de WhatsApp. Esto se pone cada vez más bueno, ¿no?

Durante años hemos sido bombardeados por la creencia de que “los opuestos se atraen”, tanto en las películas y series como en los libros y toda clase de entretenimientos. Por eso, es normal que esta forma de pensar haya pasado de generación en generación, y que la sigamos creyendo y promoviendo. Sin embargo, algunos años atrás han surgido estudios que cuestionan estas afirmaciones.

Uno de los ideales de las personas más románticas y que creen firmemente en el amor es encontrar a su alma gemela; es decir, aquella persona a quien está destinada a conocer con el fin de vivir juntos para siempre, tal y como ocurría al final de los cuentos de hadas que nos contaron desde pequeños. La mayoría de las películas, series, novelas y revistas están saturadas de historias que sugieren que nuestra “otra mitad” está escondida por ahí en el mundo, esperando ser descubierta. Aunque es una creencia muy válida y respetada, la ciencia se ha encargado de investigar este tema y tiene su opinión al respecto.

No es ningún secreto que nuestros padres y abuelos nos criaron de una manera completamente diferente a como criamos a nuestros hijos ahora. El tiempo era distinto entonces, los principios y las reglas también. Ellos intentaban con todas sus fuerzas hacer de nosotros personas buenas y “correctas”, pero muchos nos prometimos firmemente que nuestros métodos de educación serían completamente diferentes.

Incluso antes de convertirnos en padres, a menudo pensamos en cómo será nuestra vida cuando aparezcan niños en ella. Observamos a los demás e involuntariamente nos comparamos con ellos. Una mujer le grita a su hijo con disgusto y nos decimos: “No, definitivamente no me convertiré en una madre tan estricta”. Y al ver a un papá con su hija, cubiertos de arena de pies a cabeza, esculpiendo castillos, pensamos: “Genial, seré así con mi pequeño”. Pero la vida a veces hace sus propios ajustes.

Estamos saliendo con alguien y de verdad nos gusta. Ya llevamos varios meses y todo parece ir viento en popa. Hasta que una mañana le enviamos un mensaje de Whatsapp para saber cómo va su día y no nos responde. El reloj parece ir más lento y, de repente, es un niño caprichoso que acapara toda la atención. Volvemos a mirar el teléfono y las dos palomitas están en azul: nos ha dejado en visto. Las dudas monopolizan nuestra mente, y ya no podemos dejar de preguntarnos qué ha ocurrido.

Yo soy Betty, la fea es una de las telenovelas más queridas y exitosas de todos los tiempos; es difícil que alguien en Latinoamérica no la haya visto ni haya oído hablar de ella. Su éxito quizá se deba a la construcción de los personajes y al fascinante mundo emocional que se esconde detrás de ellos, que termina acercándolos más a la realidad de nuestro diario vivir.

A todos nos toca vivir situaciones que, aunque no son el fin del mundo, causan cierto malestar. Y si crees que algunas cosas te pasan a ti sola, estás equivocada. Es probable que las mujeres de todo el mundo se enfrenten a los mismos problemas que tú.

Una vez que los pequeños dejan de usar pañales, muchos padres piensan que lo peor ya pasó. Y sí, los niños son obedientes, cooperativos y afectuosos, pero con el pasar de los años, se convierten en adolescentes. Desde el desprecio por las reglas hasta los problemas en la escuela, las constantes peleas y la rebeldía, esta etapa puede convertirse en aguas difíciles de navegar para papá y mamá. Afortunadamente, en la mayoría de los casos, se trata solo de una fase que pasará tarde o temprano.

Escuchar las historias que un niño tiene para contar puede ser bastante divertido, aunque muchas veces nos dejen con más preguntas que respuestas. Sobre todo si se trata de niños en etapa preescolar, quienes en su inocencia les suelen contar a sus padres quiénes eran o qué hacían en vidas pasadas.

Cuando le preguntan a alguien su edad, muchas personas no pueden resistir las ganas de bajársela un par de años para aparentar ser más jóvenes. Y, aunque para estas pueda parecer vergonzoso, otras la dicen con orgullo, a pesar de que, físicamente, parecen menores. Lo cierto es que el año en el que nacimos no necesariamente debe ser un espejo de nuestra salud física o emocional, ya que hay otros aspectos que influyen en la “edad subjetiva”.

Probablemente muchos padres hayan sentido alguna vez la necesidad de ayudar a sus hijos tanto como les sea posible. Hacerles la vida más sencilla es algo que parce tan inofensivo como beneficioso para el niño. Después de todo, lo hacemos para enseñarles cómo se deben hacer las cosas y para que no tengan que cometer errores. No obstante, tal vez te sorprenda leer que, al tomar decisiones por tu hijo, en lugar de ayudarlo, lo estás perjudicando gravemente.

La perfección, en muchos casos, es imposible, pues depende de algo totalmente subjetivo. Lo que podría ser perfecto para una persona, para otra, no lo es tanto. Pero lo cierto es que esta autoexigencia puede tener consecuencias como ansiedad, baja autoestima y, frecuentemente, depresión. Después de todo, se trata de un pensamiento irracional que muchas veces, en lugar de ayudar a alguien a alcanzar una meta, lo aleja de ella.

No podemos negar que a menudo vemos en los medios informativos a personajes exitosos y ganadores de importantes reconocimientos, quienes nos pueden inspirar a perseguir nuestros sueños y convertirlos en triunfos, al igual que ellos. Lo que a veces no vemos es que detrás de esas victorias hay un gran trabajo físico y mental, tanto del personaje aspiracional como el de otras personas involucradas, tales como un entrenador, un jefe, un familiar, amigo o psicólogo.

Cuando de relaciones de pareja se trata, abundan las creencias y los estereotipos acerca del modo en que esperamos que se comporten hombres y mujeres. Así, crecemos pensando que ellas son románticas, impulsivas y emotivas a la hora del amor, y que ellos en cambio huyen del compromiso, les cuesta más enamorarse y actúan siguiendo a la razón. Ahora, ¿esto es realmente así?