Encontré el momento perfecto para devolverle a mi suegra tóxica cada una de sus jugadas

Llegas a casa y, una vez más, descubres que Firuláis ha hecho de las suyas: se ha orinado en la sala. Siendo la luz de tus ojos, haces lo posible por no molestarte y consideras que, tal vez, tenía tantas ganas que no pudo esperar a su paseo vespertino. Así que tomas la precaución de sacarlo antes de dejarlo solo en casa. Pero ¡oh, sorpresa! Al volver, te deja un nuevo charquito amarillo en el piso limpio. Si ya agotaste tu paciencia e ideas sobre cómo hacerle entender a tu perri-hijo que no aprecias que use la sala o la cocina como baño, sigue leyendo, porque la solución está en tus manos... y no en su vejiga. Aquí tienes 10 razones por las cuales tu perro podría estar orinándose dentro de casa y algunos consejos para erradicar el problema.
Imagina por un momento que el baño de tu casa está afuera. ¿Podrías decir, en ese caso, que el clima influye en la frecuencia y la manera en que haces tus necesidades? Pues bien, el mal clima podría estarle ocurriendo a tu mascota, especialmente si se trata de un perrito o perrita joven. Si hace mucho frío, calor, sol intenso o está lloviendo, es normal que no tenga interés en salir a orinar y que, ante la falta de un baño interno, improvise y elija tu tapete favorito.
La ansiedad no es algo exclusivo de los humanos; los perros también pueden verse afectados por este estado, y de diversas maneras. Es posible que algún factor externo les cause miedo, como la presencia de otros perros, personas desconocidas, un regaño, el sonido de fuegos artificiales, truenos u otros ruidos fuertes. Si tu perro orina en la casa cuando no estás, también podría estar experimentando ansiedad por separación.
Tu perrito o perrita ya está en su etapa adulta y lograste entrenarlo con éxito para que no orinara dentro de la casa. Pero, de repente, vuelve a hacerlo y notas que su orina tiene un olor más fuerte o incluso presenta un poco de sangre. Si este es tu caso, será mejor que agendes una cita con la clínica veterinaria, ya que podría tratarse de una infección del tracto urinario (ITU), una condición que afecta especialmente a las hembras.
Esta infección ocurre cuando bacterias, hongos u otros microorganismos invaden partes del sistema urinario, siendo la vejiga el sitio más común. Las bacterias suelen causar cistitis, una inflamación que provoca una necesidad constante de orinar, lo que explica por qué tu peludito o peludita no puede aguantarse las ganas. Aunque algunos perros no presentan síntomas, otros muestran señales claras como urgencia urinaria o dolor.
Si notas que tu perro orina en pequeñas cantidades, y sobre todo en lugares estratégicos como esquinas, muebles o cortinas, es muy probable que esté marcando territorio. Esto es parte de su comportamiento natural: tanto machos como hembras lo hacen (aunque es más común en los machos), y suele iniciar cuando alcanzan la madurez sexual. Es su forma de decir “este lugar es mío”, especialmente si sienten que otros animales, personas nuevas o incluso muebles recién llegados están invadiendo su espacio.
Lo curioso es que para tu peludo, tu sala, cocina y hasta tu cama pueden ser parte de su reino. Si huelen a otro perro del parque, si llega una visita con mascota o si cambias algo en su entorno, puede sentirse amenazado o confundido y empezar a marcar más seguido. Incluso las tensiones con otros perros en casa o la presencia de una hembra en celo cerca pueden detonar esta conducta. La buena noticia es que, una vez que entiendes por qué lo hace, puedes ayudarle a sentirse más seguro en su ambiente y enseñarle que no necesita dejar su “firma olfativa” por toda la casa.
Los charcos de orina adentro de la casa puede ser una señal de que tu perro está llegando a sus años dorados y que podría estar padeciendo de artritis, que en corto, es la inflamación y el desgaste de las articulaciones. Esto puede causar tanto dolor que simplemente moverse se vuelve un reto. Imagina lo que es tener que levantarte sabiendo que cada intento te va a doler... Ahora imagina eso siendo un perrito que necesita salir rápido a orinar.
Cuando el dolor es mucho o los movimientos se vuelven lentos, tu peludo puede preferir quedarse donde está antes que enfrentarse a la incomodidad de caminar hasta la puerta. Por eso, algunos perros con artritis terminan orinando justo donde estaban acostados, no por desobediencia, sino porque el dolor los supera. Si notas este patrón, lo mejor es consultar con el veterinario para evaluar opciones de tratamiento.
A veces, tu perrito está sintiendo cosas muy intensas —ya sea nervios o emoción— y su cuerpecito reacciona soltando unas gotitas (o hasta un charquito) de pipí. Por ejemplo, si se agacha, pone las orejitas hacia atrás o se echa de panza cuando te ve, y justo en ese momento se orina, probablemente está mostrando sumisión. En su lenguaje canino, eso significa: “no soy una amenaza”. Es algo completamente involuntario, y si en el pasado fue regañado de forma dura por hacerlo, este tipo de respuesta puede hacerse más frecuente.
Ahora bien, también está el otro extremo: el pipí por pura y total emoción. Esto pasa cuando llegas a casa y tu perro te recibe como si fueras una estrella de rock, moviendo la cola, saltando y dejando una mini inundación a sus pies. Esta clase de orina ocurre porque la emoción lo sobrepasa. Suele verse en cachorros que aún están madurando, y aunque en la mayoría de los casos desaparece con el tiempo, tu comprensión y paciencia serán claves.
Aunque es común asociar la incontinencia con la vejez, en el mundo canino puede aparecer tanto en jóvenes (más cuando han sido esterilizados) como en ancianos. Hay varias razones detrás: desde un mal funcionamiento de los nervios que controlan la vejiga, hasta cambios en la presión de la uretra o detalles anatómicos con los que el perrito nació.
En el caso de los perros mayores, la incontinencia suele llegar como parte del proceso de envejecimiento. Es posible que nunca hayan tenido problemas para orinar, pero de pronto empiezas a notar gotitas en su cama o que no logran llegar a tiempo al lugar correcto. A veces, esta pérdida de control puede estar relacionada con enfermedades más serias como el cáncer urinario, algo más común en perritos viejitos. En ambos casos, no está demás que consultes con un profesional.
Aunque lo ideal es que los perros estén completamente educados desde jóvenes, no todos lo logran al mismo ritmo, y algunos adultos pueden tener retrocesos, especialmente si han vivido en varios hogares o vienen de un refugio. Cambiar constantemente de entorno puede hacer que el perrito no entienda bien las reglas del nuevo lugar o que simplemente nunca haya tenido una guía clara sobre dónde sí y dónde no debe orinar.
Incluso si tu perrito aprendió a usar pads y ahora estás tratando de enseñarle a hacer afuera, es normal que haya algunos tropiezos en el camino. La clave está en la paciencia, la constancia y, si es necesario, volver a reforzar el entrenamiento con amor y sin regaños.
Sacaste a tu perro a pasear para que hiciera del uno y del dos, pero al regresar de la caminata, termina orinando dentro de la casa. Esto puede tener una explicación: quizás no logró vaciar bien su vejiga durante el paseo porque estaba ansioso, se asustó por algo, tuvo demasiados estímulos, o simplemente te distrajiste y no le diste el tiempo suficiente para hacerlo. Sea cual sea la razón, asegúrate de que haya terminado de hacer pipí antes de volver a casa.
A veces, que tu perro se orine dentro de casa no tiene nada que ver con el entrenamiento, ni con la conducta, sino con algo mucho más serio: su salud. Problemas médicos como una enfermedad renal, diabetes o trastornos en las glándulas suprarrenales, como el síndrome de Cushing, pueden alterar el equilibrio del cuerpo y hacer que tu peludo orine con más frecuencia y en los lugares menos indicados.
Por eso, si notas que los accidentes son frecuentes o vienen acompañados de otros síntomas, lo mejor es consultar con el veterinario. A veces, un análisis o una revisión más profunda puede revelar lo que tu perrito no puede decirte con palabras.
En Genial.guru trabajamos para mantenerte informado y ayudarte a comprender qué podría estar ocurriendo con tu perro. Pero recuerda, nada sustituye la orientación de un profesional. Consultar con un veterinario es el mejor regalo que puedes darle a tu compañero de vida para asegurarle una existencia feliz, cómoda y, sobre todo, saludable. Porque tu peludo merece lo mejor.