12 Historias de empleados que no eran lo que parecían

Estás practicando un deporte, tocando música o pintando. Estás relajado, sin preocupaciones, simplemente disfrutando. Te dejas llevar y, de repente... Todo lo que está a tu alrededor desaparece. Por unos instantes solo estás tú, con tu pasión y una sensación de plenitud indescriptible. ¿Te ha pasado? De ser así, has estado en lo que muchos llaman “la zona”. En este artículo te contaremos qué es y cómo hacer para que sea una sensación más recurrente en tu rutina.
Mihály Csíkszentmihályi fue un psicólogo húngaroestadounidense, encargado de proponer por primera vez el concepto de flujo en 1970, al ver cómo los artistas parecían ignorar todo lo que pasaba a su alrededor cuando estaban trabajando en sus proyectos y todo parecía ir bien. Y muy a pesar del hambre, el cansancio y la incomodidad, no se detenían hasta que el proyecto estuviera terminado.
Dichas observaciones serían las que inspirarían a Mihály a hacer la teoría del flujo y la describiría como un momento en el que nuestras habilidades son las adecuadas para enfrentar los desafíos que tenemos frente a nosotros, y en el cual nos encontramos intrínsecamente motivados. Es decir, la actividad como tal nos resulta recompensa suficiente y la disfrutamos plenamente sin pensar en los resultados o los premios potenciales una vez esté terminada. Nada importa más que la actividad.
Es importante aclarar que, si bien Csíkszentmihályi planteó la teoría observando a los artistas, no es un hecho exclusivo de ellos. Cualquier persona, independientemente de si practica algún arte, puede entrar en ese estado de “flujo” del que hablaba el psicólogo. Un futbolista siendo el jugador más importante del partido, un matemático resolviendo una ecuación, un jardinero trasplantando una flor, todos son capaces de entrar en “la zona”.
Tal vez una de las mejores representaciones de este concepto lo podemos ver en la película Soul. En ella, Joe Gardner, un profesor de piano fanático del jazz, llega a una audición con su jazzista favorita. En un momento de la audición, Joe toca el piano, cierra los ojos y se deja llevar por el momento. Comienza a entrar lentamente en la zona. El escenario, los músicos que lo acompañan, todo lo que está a su alrededor se va desvaneciendo hasta que solo queda Joe con su piano y su música en un mundo que parece de sueño. Joe está sumergido por completo en su pasión, y en ese instante nada más importa. No hay temores, no hay dudas, tampoco inseguridades, ni siquiera el tiempo existe. Solo Joe y su amor por la música.
Por supuesto, la película trata de otros temas e incluso de cómo perder de vista esta pasión puede afectarnos negativamente. Sin embargo, la forma en que ejemplifica el concepto del flujo o “estar en la zona” nos sirve para reconocer en qué momento de nuestras vidas hemos experimentado algo similar, lo cual es el primer paso para poder seguir aplicándolo más a menudo.
Hay que recordar que el estado de flujo es un estado mental, no un concepto esotérico o metafísico, sino algo completamente real y que puede influir directamente en nuestra rutina. Por ejemplo, uno de los beneficios más comunes que se reportan es que las personas que entran en un estado de flujo suelen tener niveles de felicidad mayores, así como ser más creativos y productivos.
Por si fuera poco, hay estudios que demuestran el impacto ejercido en nuestra salud mental. Al tener un sentimiento de control y realización, puede ayudarnos a reducir los niveles de estrés y ansiedad, además de aumentar nuestra autoestima porque nos creemos más capaces y confiamos más en nuestras habilidades.
Como todo en la vida, entrar al estado de flujo va a requerir disciplina, paciencia y consistencia, así que no te desanimes si no lo consigues a la primera o no logras entrar con cada intento. Recuerda que la práctica hace al maestro, y lo mismo aplica para tu habilidad en lo que te apasiona. Entre más lo practiques, más probable será que lo domines. Y para ayudarte hacerlo, acá te dejamos algunos consejos:
Ya lo mencionamos antes, pero si no ves resultados en los primeros intentos, no te desanimes. Así como no te convertiste un experto en lo que te apasiona la primera vez que lo practicaste, tampoco lo harás con tus intentos de entrar a la zona. Ten paciencia y no seas muy duro contigo mismo. Y lo más importante, intenta disfrutar al máximo lo que te propongas, pues es cuando más disfrutamos algo que nos llega la sensación de que el tiempo se nos va volando.
Recuerda que el estado de flujo no es un lujo único para artistas, sino que todos podemos alcanzarlo. La clave está en encontrar esas actividades que nos motiven y nos desafíen de forma saludable. Así nos podremos entregar por completo al momento y entrar con mayor facilidad a la zona.
¿En qué actividad sientes que fluyes con más facilidad? Cuéntanos en comentarios y dinos qué te ayuda a llegar a ese estado.