14 Usuarios de la red que tuvieron unas vacaciones de nunca olvidar

Historias
hace 6 meses

Por lo general, los viajes vacacionales son momentos de relajación absoluta, ya sea en una ciudad tranquila en el invierno o en la playa de algún país soleado. Sin embargo, la vida no siempre se adhiere a nuestros planes, y cosas inesperadas, caóticas y divertidas pueden suceder cuando menos lo esperamos. Esto no siempre es malo. Aprender a reír y verle el lado bueno, incluso a las situaciones más extravagantes, es parte de la aventura de viajar. Estos usuarios lo saben mejor que nadie.

  • Un amigo y yo fuimos a Japón para asistir a un concierto. Teníamos toda la tarde libre antes del espectáculo, pero estábamos un poco perdidos y no teníamos forma de llegar a ninguna parte. Entonces, un hombre se nos acercó y nos dijo que lo siguiéramos hasta su casa, que él tenía un coche en el que nos podía llevar. Mi amigo y yo nos miramos con suspicacia, pero Japón en bastante seguro así que accedimos. El hombre nos dio un paseo por su colonia, nos llevó a un museo y nos invitó un helado. Al final, nos dejó en el recinto a la hora del concierto, pero la mejor parte de nuestro viaje fue conocerlo y ver la ciudad a través de sus ojos. © Everycatinthegalaxy / Reddit
  • Mi familia, una amiga y yo estábamos de vacaciones en Grecia en pleno verano. Como mi padre y yo somos muy pálidos, intentamos evitar el sol la mayor parte del día. Durante nuestro tercer día ahí, mi padre y yo decidimos nadar un rato en el mar. Mi padre estuvo conmigo durante una hora, y luego se echó en una tumbona mientras yo disfrutaba las grandes olas. Perdí la noción del tiempo por completo y, cuando salí del agua, ya eran las 4 p.m. No sabía qué tan mal me veía hasta que miré en un espejo. Tanto mi padre como yo estábamos rojos como camarones. ¡Mi mamá y mi amiga no dejaron de llamarnos “Duo Cangrejo”! © Lara Novakov S. / Quora
  • Soy osteópata. Me fui de unas esperadas vacaciones al extranjero. Estaba tumbada en la playa, vi a un hombre que se agarraba la parte baja de la espalda, suspirando. Dije: “Bueno, ¿cómo no ayudarlo?”. Fui, ofrecí mi ayuda, le expliqué en un inglés entrecortado que era médico. Probablemente, a él no le importaba en ese momento quién era yo, con tal de que lo ayudara. Le arreglé la espalda, y él, feliz, me puso 200 dólares en la mano y me pidió mi número. Descansé allí dos semanas, durante las cuales ayudé a su esposa, a su hijo, a su socio e incluso a su vecino. Al final, cubrí los gastos de mis vacaciones y hasta gané más. © Historias de trabajo / VK
  • Les contaré cómo metí la pata en un hotel de Egipto. Saqué de la maleta una camisa muy arrugada. Necesitaba plancharla, pero en la habitación no había plancha. Fui a la recepción a pedir una plancha, aunque apenas hablo inglés. Empecé a mostrarle a la recepcionista el movimiento de planchado por señas y diciendo: “Fur, fur. Señora, iron, iron”. La recepcionista se echó a reír y preguntó amablemente: “¿Quiere una plancha?”. Me puse rojo como un tomate. © Historias de trabajo / VK
  • Toda la familia nos íbamos de vacaciones al extranjero, y en el aeropuerto tuvimos que pasar el control de pasaportes. El estricto funcionario le dijo primero a mi marido que le quitara la cubierta al pasaporte, y al cabo de un par de minutos me pidió que hiciera lo mismo. Luego, le tocó el turno a nuestra hija de 4 años, que llevaba una funda casera. La hizo de cartón grueso, la coloreó ella misma y la pegó. El funcionario giró el pasaporte entre sus manos y se dio cuenta de que si intentaba quitarle la funda, se rompería. Así que lo revisó sin quitarla. Puede parecer poca cosa, pero fue agradable que, incluso en su difícil trabajo, siguiera siendo un ser humano. © Mamdarinka / VK
  • Mi esposo y yo planeamos un viaje a St. John's. Meses antes de nuestro viaje, investigué la ciudad, me familiaricé con el terreno, y reservé cuatro noches en un hotel pequeño y encantador, lejos del agua pero cerca de panaderías y otras tiendas. Incluso me suscribí al boletín del hotel, donde contaban sobre los eventos que se llevan a cabo a lo largo del año. Nos divertimos mucho explorando la isla, pero cuando llegó el momento de descansar, no podíamos encontrar el hotel por ninguna parte. Estábamos en la calle correcta, pero ni siquiera había un hotel en la zona. Decidimos buscar la dirección en la red, solo para descubrir que estábamos a un viaje de 24 horas de distancia. Resultó que el hotel que reservé estaba en un estado completamente diferente. Los dueños del lugar me reembolsaron todo y me aseguraron que mucha gente cometía el mismo error. Creo que solo intentaban ser amables, pero definitivamente me hizo sentir mejor. © Sweet_Kaleidoscope13 / Reddit
  • Fuimos a acampar a un área con poderosas ráfagas de viento. Acabábamos de llegar y queríamos meternos al mar antes del anochecer, así que armamos nuestra tienda de campaña barata y frágil. Ni siquiera la clavamos bien. Entramos para cambiarnos, y ya se podrán imaginar lo que vino después: ¡viento! Una corriente de aire derribó la tienda mientras estábamos adentro, y por más que lo intentamos, no pudimos enderezarla. Mi amigo tropezó y rompió uno de los tubos. Al final, un grupo de desconocidos nos ayudó a mantener la tienda firme para que pudiéramos salir. La tienda de campaña parecía más un calcetín danzando con el viento. © armadillorevolution / Reddit
  • Me gradué en la escuela de música. Toco más en casa, a mi mujer le gusta. Una vez, fuimos a Turquía. Había un piano de cola en el hotel, tan bonito que no pude resistirme y me senté a tocar. Cuando aparté los ojos de las teclas, había mucha gente a mi alrededor. Todo el mundo me miraba; alguien empezó a acercarse a mi bolsa de playa para tirarme dólares. Así fue como gané mis primeros 197 dólares. Entonces, volví a tocar. No, no por dinero, por el alma. De nuevo reuní a una multitud, gané 208 dólares por una hora de piano. El día antes de irme, me llamaron a la recepción y me pidieron que tocara en el restaurante. Por 2 horas, me pagaron 500 dólares. Mi mujer bromea: “Elijamos hoteles con piano de cola todas las vacaciones. Todo el mundo gastará dinero y nosotros lo ganaremos”. © Historias de trabajo / VK
  • Volamos a Turquía de vacaciones. No recuerdo exactamente de qué iba la conversación, pero mi mujer y yo estábamos cerca del mostrador de recepción discutiendo algo. Entonces ella me dijo: “No puedes hablar de esas cosas delante de turcos, es indecente, sigamos en la habitación”. Yo le contesté: “¡Eh, estos turcos no entienden nada!”. El tipo de detrás del mostrador dijo en nuestra lengua materna: “¡Entendemos mucho!”. Fue incómodo, pero ¿quién lo iba a decir? A partir de entonces me volví más listo y me comporté con más prudencia. © Historias de trabajo / VK
  • Sucedió antes de la era de los teléfonos móviles. Viajé a Gales y entré a ver el castillo de Kidwelly. Faltaban unos 15 minutos para la hora de cierre, así que era momento de marcharme. Cuando fui a la portería, no había nadie y las rejas estaban cerradas. Di una vuelta por el castillo y volví a la puerta. Del otro lado de las rejas, se acercó un grupo de turistas alemanes. Casi no hablaban inglés y me confundieron con un vigilante, que se negó a dejarles entrar. Con cierta dificultad nos explicamos. Llamaron a un lugareño que les dijo que la portera se había ido en autobús a casa de su hermana, que vivía en otra ciudad, y se había llevado las llaves. Pensé que iba a tener que escalar la valla, pero resultó que había llaves de repuesto. ¡Y por fin me dejaron salir! © Ernest / Quora
  • Mi novia y yo estábamos en un restaurante de un país extranjero cuando los dueños pusieron una mesa con pastel, comida y decoraciones de cumpleaños para celebrar a su pequeño de cinco años. Como éramos los únicos en el lugar, decidimos marcharnos para darles privacidad, pero ellos insistieron en que nos quedáramos. Nos ofrecieron comida y más bebidas e insistieron que no era necesario pagarles. No hablábamos el mismo idioma, realmente solo podíamos sonreírnos los unos a los otros. Fue una interacción preciosa y nos sentimos muy afortunados de haber estado ahí. © Creamy***** / Reddit
  • Viajando por Perú, no quise ver Machu Picchu como todo el mundo, así que fui a las ruinas de la fortaleza de Cuélap. Cuando subí a la montaña, empezó a llover y oscureció rápidamente. De repente, una mujer apareció en el sendero entre los árboles. Llevaba un pequeño caballo. La desconocida me invitó a pasar la noche hasta que dejara de llover. Vivía en una vieja casa de piedra con sus cuatro hijos. Ni siquiera tenían electricidad. Su padre los había abandonado, y el niño de 12 años tuvo que hacerse cargo. Esta pequeña familia me dio comida y cobijo. Una amabilidad que nunca olvidaré. © Morten Noerregaard / Quora
  • El último día de mis vacaciones, tuve una mala caída sobre las baldosas del hotel y me rompí una pierna. Mi vuelo salía dentro de seis horas. Rechacé una escayola y decidí volar con un vendaje apretado. Era difícil imaginar un vuelo de 13 horas, pero qué más podía hacer. Esta situación me demostró lo receptiva que puede ser la gente. La azafata me cedió su asiento, porque allí era más cómodo, podía estirar la pierna. Un hombre de unos dos metros me ayudó a llevar las maletas. Luego me gritó por toda la cabina, diciendo que si necesitaba tomar el equipaje, gritara: “¡A-a-a-lex!”. En el transbordo, me ayudaron de nuevo: me llevaron en una silla de ruedas a la sala de espera del siguiente avión. Una vez abordo, todos se cambiaron de asiento para que yo estuviera cómoda. No esperaba tanta receptividad y comprensión. Fue muy agradable. © Historias de trabajo / VK
  • Yo estudiaba en un internado, y mis padres estaban ocupados trabajando, así que tuve que volver a casa en Calcuta solo. Hubo una confusión en la facturación: habían vendido mi boleto a otra persona. Me dirigieron a la clase preferente y allí me senté en un mullido sofá. La tripulación me recibió con un vaso de agua de coco y toallas calientes. Para el almuerzo, me dieron una suntuosa comida que incluía aperitivos chinos y postres indios. Los que se sentaban a mi lado miraban asombrados a un muchacho de 15 años que se llenaba el estómago hasta los topes. En casa, mi madre me preparó comida, pero estaba tan lleno que la rechacé. © Mainak Saha / Quora
Imagen de portada Morten Noerregaard / Quora

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